Vespertine.

Nombre: Vespertine Withers.

Sexo: Femenino.

Rango sexual: Uke. No podría ser suke aunque quisiese.

Edad: 18 años.

Fecha de Nacimiento: 28 de octubre de 1992.

Preferencia: Heterosexual.

Descripción detallada del físico: Vesper no sobresale demasiado. Su piel es de un color pálido, prácticamente pétreo, casi rozando el gris. Su cara siempre está surcada de unas profundas ojeras y sus labios parecen palidecer muy a menudo. Con un porte frágil, que es el propio espejo de su interior, da la sensación de ser mucho mayor de lo que aparenta. El pelo le cae en suaves ondas hasta las lumbares, y es de un color rojo burdeos. Pero, independientemente de todos esos pequeños detalles, hay un problema. Vespertine es ciega.

No por alguna clase de accidente, sino de nacimiento. Su mirar siempre está surcado por una oscuridad eterna que nunca podrá resolver, mostrándole el mundo como un misterio sin solución. Sus ojos casi nunca están abiertos, cerrando ante el mundo que se abre ante ellos. Siempre los mantiene cerrados, sin necesidad de usar gafas, y se vale de un bastón como apoyo para moverse por cualquier sitio. Sus iris, que debieran de ser de un color celeste, se presentan opacos, con una antinatural cortina de un color grisáceo que los hacen parecer enfermos, tal y como la realidad se han tornado. Pero el verlos provoca escalofríos al igual que condescendencia o pena hacia ella, cosa que entristece a Vespertine más que cualquier cosa. Ese es su rasgo más característico. Su altura es de aproximadamente 170 ctms y su cuerpo, delgado.


Rango: Humana.

Personalidad: Silencio. Sentimiento. Sabiduría. Los tres adjetivos que mejor pueden definir a Vespertine son esas tres eses. Escucha, observa, piensa, y actúa en consecuencia. Siempre con calma, con lentitud, haciendo las cosas tal y como le han enseñado. Sabe ver en el corazón de las personas que tratan con ella con tanta empatía que siempre acaba afectada por los problemas de los demás. Quizá se deba a su ceguera. Sus sentidos, más desarrollados que los de una persona con plenas facultades visuales inciden de manera decisiva en esta empatía que siente para con todo ser vivo. No conoce nada, es incapaz de hacerse un plano mental de algo que está tocando o de alguien con quién está tratando. Ve el alma, el arquetipo de las cosas. No discrimina, por ello, ni rechaza a nadie cuando van a pedirle ayuda. Muy pocas veces se ha visto en situaciones violentas pese a llevar una vida tan dura.

Casi nunca pronuncia una palabra, sólo cuando es necesario. Escucha a los que tratan con ella y les anima a que sigan hablando, a que se liberen de las cargas interiores que ella ya ha visto con tan sólo escucharte durante unos momentos. Pensáis que es una virtud. Y lo es, de hecho. Pero ella, en realidad, no es feliz. La tristeza siempre la embarga y su rostro es la viva imagen de ello. Expresiva, muy expresiva, compagina ese letrero de constante melancolía con sus sonrisas cálidas. Pero toda su vida ha vivido con la carga sobre sus hombros de estar privada de la visión.

De no poder ver nada de lo que toca, o escucha. De ser impotente de imaginarse el mundo el cual pisa continuamente. Su vida ha sido dura, muy dura. Ha aprendido a tener autonomía propia y a valerse por ella misma dentro de lo que cabe. Y mantiene una constante máscara de madurez. Asegura haber aceptado su ceguera, decorando esta mentira con sonrisas o bromas que hacen sangrar aún más su corazón. Pero por dentro está vacía, como un jarro con flores marchitas. Hace mucho que dejó de llorar, pero es incapaz de dejar de imaginarse a cada minuto, a cada segundo del día, cómo eres, cómo sería ver tu rostro y poder maravillarse de ti. Nunca será feliz hasta que admita que la ceguera forma parte de ella y que nunca podrá beneficiarse de la vista. Hasta que encuentre a alguien que haya sufrido o sufra igual que ella.

Gustos: Pocas cosas merecen el aprecio de Vesper. Se deja llevar por lo que produce en ella calma y sosiego, también alegría. Le da igual qué pueda ser pues es incapaz de imaginarse si es bueno o malo. Destacamos:

- El frío y el sonido de la lluvia.
- La música, todo tipo. Se decanta, no obstante, por la clásica.
- Escuchar, todo tipo de sonidos.
- Estudiar, aprehender cultura.
- El tacto del algodón y el raso.
- Que le reciten poesía y cuentos.
- Definir la psicología de una persona.
- Pasear largo y tendido, sentir la hierba bajo sus pies.


Disgustos: No le gusta la contaminación acústica, o mejor dicho, los ruidos en general que rasgan sus oídos agudizados y le provocan dolor de cabeza. Tampoco los gritos ni ningún sonido demasiado fuerte. El calor tampoco lo aguanta, acostumbrada como está a que el frío viva en su vida, de una manera u otra. No soporta, además, que la toquen sin su permiso, pues es muy desconfiada en el sentido de que, al no poder ver lo que está cirniéndose sobre ella, se asusta muy facilmente. Por último, no hay nada que le desagrade más que la violencia sin razón previa.

Grado: 4º

Historia: La historia de Vespertine es un remolino de días de oscuridad eterna que nunca cesarán. Natural de Minnesota, EE.UU, uno de los estados más fríos de Norteamérica, siempre se crió entre nieve y frío, entre un millar de sonidos a los que siempre le fue imposible dotar de un rostro o forma.

Bill y Rosaline Withers llevaban una vida discreta en algún barrio a las afueras de St. Paul, sin relacionarse apenas con los vecinos y sin necesidad de sobresalir, pues su única preocupación era la ceguera de Vesper y su felicidad imposible de ser alcanzada. Cinco años habían pasado desde que, el día 28 de octubre naciese en algún hospital destartalado, y los médicos les diese la fatídica noticia. Desde entonces Vespertine ha llorado cada día, cada noche, al verse portadora de un defecto tan grande que no le permita admirar la belleza que el mundo guarda. Nunca ha sido posible para ella admitir que no le queda más remedio que aguantar su ceguera. La niña no salía, apenas comía. Fue una suerte que naciese con una inteligencia sobrecogedora y estuviese ávida de saber, y por ello, fuese al colegio. Sobresalientes, algo inaudito. ¿Cómo una ciega podía sacar tan buenas notas?

Rose y Bill se sentían muy orgullosos de ella, pese a que para ellos también estaba siendo muy duro saber que su hija nunca sería feliz. A la edad de los catorce años, los Withers, hartos de la frialdad que no hacía sino encoger aún más sus corazones, tomaron una de las decisiones más importantes para Vesper: la mandaron a la otra punta del mundo, a un instituto donde ella podría conocer otras culturas e ítems sin nombre pero que, sin duda, agradecería desde lo más hondo de su ser.

Y así ocurrió, los Withers viajaron hasta Japón y Vespertine ingresó en el instituto Narakawa. Cuatro años han pasado ya de eso, y Vesper no parece haberse socializado aún. Vaga sola, tan sólo acompañada por su bastón. Siempre con los labios sellados, siempre con los ojos cerrados y siempre escuchando todo lo que a su alrededor sucede.

Imagen:

Spoiler:

Extra: Es agnóstica. Si no fuese ciega, sería cristiana. No obstante, su defecto la lleva a pensar que Dios podría no existir, así como también baraja la posibilidad de que sí lo haga y sea su destino ser ciega por alguna buena razón. La fé, muchas veces, es lo único que la lleva a sacar pecho y salir adelante. Además, toca muy buen la guitarra, dejándose llevar por su oído agudizado hasta los límites, se sabe de memoria cómo han de moverse los dedos.

Tiene una guitarra acústica que siempre está donde ella.

Serie de la que proviene: Vocaloid (Megurine Ruka).