Apenas ayer había llegado al Instituto. Pensé que el día de hoy despertaría temprano, tomaría un desayuno ligero y partiría al salón de clases que me correspondía mientras escuchaba música o algo así. Bueno, nada de eso pasó. Como ya era costumbre, me desperté bastante tarde, tomé una taza de café mientras me vestía con lo primero que tenía a la mano: pantalones de mezclilla y mi adorada chamarra café. Creo que ni me pasé el cepillo por el cabello. Dejé la taza en la mesa y salí corriendo cogiendo la mochila con fuerza.
Pedí indicaciones a todo el que se me paraba en frente sobre la ubicación de mi salón. Dí por lo menos 3 vueltas a la escuela hasta que por fin llegué. Abrí la puerta sin siquiera tocar antes. Me sorprendí al ver que no había tantos estudiantes como pensaba, no había nadie. Ni el maestro había llegado. Agradecía al cielo que hubiera llegado yo sola, era mejor así. De por si eso de estudiar no daba pie con bola y estaba segura de que nunca lo haría.
Me acerqué a la priemra banca para sentarme. Me coloqué los audífonos y puse a reproducir una canción. Me volteaba a cada rato esperando reconocer mejor el lugar. As´de maravilloso podría ser mi primer día...Tal vez.
-Ésta vez no lo arruinaré.